martes, 11 de septiembre de 2012

Retratos familiares


Se reestrenó A dónde van los corazones rotos, todos los jueves en El Extranjero.

Txt Nicole Baler @nicolebaler

Puede ser una abuela. Quizás una madre. O alguna tía lejana. Lo que es seguro es que en esa hora de obra, cualquier espectador va a pensar, aunque sea por unos minutos, “ese personaje está sacado de mi familia”. A dónde van los corazones rotos, de Cynthia Edul, esta pieza que se reestrenó en el teatro El Extranjero después de una primera temporada en el Centro Cultural Rojas, cuenta la historia de una madre y sus tres hijos y su regreso a la playa en la que veraneaban cuando eran chicos, después de la muerte del padre.

Con una sola escenografía, unos pufs enormes que simulan ser arena y generan unas ganas incontrolables de zambullirse, el elenco compuesto por Celina Font, Violeta Urtizberea, Julián Krakov y Mónica Raiola se reúne en la playa con la excusa de poner a la venta su casa de veraneo. Con diálogos simples y de rapidísima identificación, se puede ver, con una dulzura y una crudeza que mantienen un tenso equilibrio, cómo los vínculos primarios se mantienen intactos a pesar del paso del tiempo. 

¿Por qué la elección de la playa como escenario de esta historia?

El imaginario de la playa estuvo ahí desde el comienzo. Vino ligado a partir de la lectura de una novela de Césare Pavese, La Playa, en la que se destacaba una frase muy inquietante: “Nada es más inhabitable que un lugar en el que se ha sido feliz”. Yo venía trabajando sobre la idea de la escritura y las memorias personales articuladas en algún tipo de lenguaje que tocara lo performático y esa novela fue el disparador que terminó de organizar el mundo. Por otro lado, hay un ensayo de Alan Pauls sobre la playa que terminó de darle sentido al trabajo: la playa como espacio - pantalla en blanco donde se proyecta la imaginación; la playa como espacio que guarda el pasado, los restos, la arena como resto, la playa como espacio de lo ancestral común. 
La idea del trabajo era recorrer una zona de la memoria. El padre ya no está y se reencuentran en ese lugar que ahora va a resignificar todos los vínculos. ¿Quiénes son? Se preguntan. ¿Se conocen? ¿Quién es el otro ahora que ese que nos daba sentido a todos ya no está? En ese contexto emergen entonces el pasado y los recuerdos como evocados por la misma y simple arena.

Al ver la obra se genera una clara identificación del público con los personajes de esa familia, cada uno puede recordar a alguien distinto pero da la sensación de que toda familia cuenta con integrantes así, ¿fue una búsqueda intencional a la hora de armar el guión y los personajes?

La intención de la escritura, de la puesta y de la actuación era poder tocar con lo real propio. Con lo real en los términos más rigurosos de lo real: eso que está ahí, pero que no se puede nombrar con el lenguaje. Es decir, lo intangible que se resiste a la representación. Y en ese sentido creo que si uno es riguroso con ese trabajo y se esfuerza en ir hacia lo real, inmediatamente se refleja en algo del otro, porque hay algo que es compartido, que es universal y lo diferente en lo particular de cada uno.

¿Cómo surgió la idea de esta obra y cómo fue el proceso hasta su estreno?

La idea surgió mientras cursaba la carrera de dramaturgia en la Escuela Metropolitana de Arte Dramático, en el taller de Mauricio Kartún. Surgió como continuidad de un trabajo sobre el universo de lo familiar propio que yo ya venía haciendo desde Miami y luego en la escritura de mi novela La sucesión. Con la intención de trabajar más profundamente en estos temas que se me articulaban en la escritura. El proceso de ensayos fue magnífico, con un grupo de actores excepcionales que le aportaban todo al material, su lenguaje, su lectura, sus imágenes y reflexiones.

¿Hay alguna modificación entre la versión que se estrenó en el CC Rojas y la que se puede ir a ver ahora en El Extranjero?

Sí. El espacio del Rojas era la sala Cancha, que tenía un fondo inmenso en el que armamos montañas enormes de puffs que daban una perspectiva y un misterio muy grande al trabajo. En El Extranjero tuvimos que cambiar y dar esa amplitud de la playa en el trabajo con lo ancho. Pero al mismo tiempo, la Cancha es blanca y celeste y El Extranjero es todo negro, por eso recorta mucho más el espacio y los detalles. Entonces también nos sumó en esa calidad pictórica. Lo mismo pasó con la luz. En este espacio la luz recorta todo con mucha mayor nitidez, lo que permite crear climas muy particulares. 

Jueves a las 20. Teatro El Extranjero, Valentín Gómez 3378. $50 entrada general, $35 para estudiantes y jubilados con acreditación. Sigue hasta el 6 de octubre.

No hay comentarios:

Publicar un comentario