jueves, 18 de octubre de 2012

La miseria detrás de la belleza


Baja Costura pone en escena las contradicciones del glamoroso mundo de la moda y el desamparado mundo de los talleres textiles clandestinos.

Txt Etienne Baigorri



La función, de principio a fin, es una provocación. Un espejo de dos universos que conviven cotidianamente y que son perversos desde cualquiera de sus extremos: “es la miseria detrás de la belleza”, reflexiona la actriz Moyra Agrelo, y agrega: “hay algo en el consumo de la belleza y en la generación de esa belleza que para los que consumen moda también termina siendo un sacrificio. Sin hacer una escala de valores entre una situación y la otra, porque no son comparables, toda la cadena de la moda es miserable, tiene un mundo voraz por detrás en el que sufren todos”. 



Delfina y Catalina (Moyra Agrelo y Soledad Galarce), dos diseñadoras top y de clase económica acomodada, tienen su propia marca de ropa, a expensas de un taller clandestino. La obra oscila entre ese costado superficial y la crudeza de la esclavitud: las protagonistas no entienden más que su propia realidad, su concepto de éxito y de moda: “Desde ese lugar se teje una parodia que va instalando el humor en la historia. Se puede despertar una risa por lo ridículo de las cosas, porque el tema en sí de graciosos no tiene nada”, explica Moyra.


El momento de tensión se instala cuando, luego de una noche de boliche, las diseñadoras llegan al taller a buscar sus prendas listas y lo encuentran clausurado y su ropa sin hacer. Ahí la escenografía se adueña de la escena: “está todo roto, lleno de polvo, con un baño sin puertas y un tubo a modo de iluminación y ellas están ahí, supuestamente divinas y con cientos de prendas que tendrán que confeccionar ellas mismas”. Este es el contraste que atraviesa la obra y el que le da pie a la parodia. La actriz lo sintetiza mejor: “A medida que va pasando el tiempo y que se va entrando en el tema, la contradicción se va haciendo más densa y se queda como una ironía constante desde los personajes”. 


Baja Costura encontró un ingrediente clave a la hora de fusionar la ficción con la realidad. Cuando Soledad Galarce escribió la obra puso ahí algo de su propia experiencia con el mundo de la moda como vestuarista. En esa búsqueda fue que se topó con La Alameda, una organización que investiga y denuncia el trabajo esclavo en talleres textiles, y la idea se fue convirtiendo en algo más poderoso. Galarce lo nota en las reacciones del público cuando termina la función:  “Siempre hay reflexiones. Es imposible no sentirse movilizado con el tema”.

La obra se podrá ver el miércoles 24, a las 21 hs, en Espacio Polonia (Fitz Roy 1477), en el marco del Festival Escena.

Más información, acá.

No hay comentarios:

Publicar un comentario