jueves, 2 de mayo de 2013

Drama adentro de un pequeño gabinete

Teatro para un espectador  en Timbre 4

Txt Andrés Kilstein @nofumarx

El teatro es una experiencia que un espectador comparte con los restantes espectadores. De esta manera, la interpelación de los actores, su peculiar denuncia dirigida al público, es amortiguada y manipulada por los concurrentes en lo que tienen de reducida multitud. ¿Qué pasa cuando se deja a un espectador aislado frente a una pieza actoral? Y no sólo aislado sino también físicamente constreñido, en un ambiente con el que no está familirizado, un hábitat que escapa a su experiencia previa como espectador. Esta es la apuesta de “Gabinete, B.A., teatro para un espectador” y su pieza de menos de 6 minutos de duración “01 – Epicentro (Opera Prima)”, a la que el espectador debe asistir en soledad, en el interior de una estructura de 2,70 metros de largo por 1,57 de alto y 1 metro de ancho, que en poco difiere de un armario. 

El extrañamiento ante la inusual experiencia, la singularidad de los actores representando exclusivamente para un individuo muchas veces se interponen en la apreciación profunda de la historia narrada. Es decir, por momentos la atención absorta en el formato tiene dificultades para posarse sobre el contenido dramático en sí mismo. 


La obra empieza mucho antes de empezar; en el corredor de la sala Timbre 4, donde un actor uniformado para la circunstancia lee de manera también personalizada un fragmento de un manual de buenas costumbres. Se trata del apartado dedicado a los modales en el teatro, que posteriormente el espectador descubre data del año 1853. Con esta introducción, y una vez que el gabinete se vacía de su presencia anterior, el espectador es acompañado al dispositivo para el disfrute del micro-espectáculo, advertido de que la función concluye sólo cuando de afuera abren la puerta de madera. 


El ingreso al gabinete, en la más espesa de las penumbras, está cargado de incertidumbre y de una cuota de temor a lo desconocido, de imágenes del acervo colectivo sobre el secuestro y la restricción de la libertad. A los pocos segundos el actor, posado enfrente sin que el espectador pueda intuirlo, y a través de una suerte de ventana sobre una placa de madera, prende una luz y comienza el show. Posteriormente también sorprenderá la aparición de otra actriz (que siempre estuvo allí) atrás del primero, sumándose a la puesta en escena desde el fondo del receptáculo. 


El argumento conduce a otro teatro: uno de incomparables dimensiones, donde un músico de una orquesta se queda dormido durante el desarrollo de una ópera. Se despierta jadeante y relata sus desvelos: el amor nunca alcanzado por aquella mujer que asomaría a su espalda. Y luego la imposible reflexión sobre su lugar como creador, con la que se sitúa, en su mente agitada, a la par del Dios creador. 



El formato gabinete, con todo lo que tiene de extravagante, es una novedad en Argentina pero lleva más de tres años en Chile. Allí fue creado a comienzos del 2010 por Leonardo Medel. Al momento se han desarrollado más de 40 obras con esta modalidad, para finalmente desembarcar en la Argentina de la mano de Felipe Rubio Morales, el primer director chileno en estrenar el formato fuera de su país. 



Es una experiencia interesante, tanto más por lo que tiene de experiencia (por su sorpresa, por su inquietud) que por el hecho actoral en sí mismo. Por supuesto, es difícil imaginar cómo se podría entregar más en un tiempo tan breve y un espacio tan reducido.

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