martes, 17 de abril de 2012

Preso del teatro

En 50 años de carrera, Lito Cruz construyó sus mil facetas teatrales y demostró que se puede ser actor en todos lados: en las tablas, en la tele, en la cárcel y en la política.

Txt. Nicole Baler - @nicolebaler | Ph. Ezequiel Sambresqui

En su escuela de teatro se respira aire tanguero. Columnas y bancos de colores que transpiran ese espíritu porteño robado de una esquina de Caminito. Cuando Lito Cruz abre la puerta y saluda vistiendo sus Ray Ban estilo clásico, de esos por los que muchos se matarían en una feria de antigüedades, y un piloto largo hasta el piso, es inevitable ver al tremendo Oscar Nevares Sosa – su último malvado en la tira televisiva El Elegido – hacer su entrada triunfal. Pero un rato más tarde, toda esa solemnidad queda atrás, cuando con tres botones de la camisa abierta y sentado en su oficina sobre un sillón de barbería antigua, se larga a hablar de teatro, política, historia y proyectos con una verborragia difícil de seguir.


Este hombre la tiene clara si de teatro se trata: además de enseñar en la escuela que abrió en 1978 y actuar en obras del circuito comercial como Todos eran mis hijos, también es Director del Consejo del Teatro Independiente de la Provincia de Buenos Aires. Durante el 2011, recorrió las unidades penitenciarias del país llevando obras de teatro a los internos, junto a su mujer, María Dutil. Su oficina es un reflejo de todos esos yo teatrales que conviven en él. En las paredes se amontonan fotos, recortes de diario y afiches que se suman a los libros y cds acomodados en cada rincón disponible, y que forman el mapa de sus 50 años de carrera.


Desde 2009, la Ley Provincial del Teatro Independiente (Nº 14037) establece que el 8,25 por ciento de los premios prescriptos de la Lotería de la Provincia de Buenos Aires sean destinados al presupuesto del consejo que dirige Lito. Esto representa un ingreso de alrededor de tres millones y medio de pesos anuales, al que se suman un millón y medio más que provienen del Instituto Nacional de Teatro. La Ley también contempla que ese presupuesto debe ser repartido en partes iguales entre las quince regiones en las que se divide la provincia. El próximo paso es crear una norma de este estilo para que los que manejen el dinero sean consejos provinciales y no una persona designada por el Estado. “Porque una sola persona no puede ir hasta el fondo de Bahía Blanca, pero alguien a quien se le paga especialmente para eso sí puede hacerlo y trabajar para que la cultura llegue a esos lugares inhóspitos y empiecen a ponerse de pie. Eso se llama federalismo”, explica.

Antes, el teatro independiente tenía un sentido que era luchar contra lo despótico. Hoy no hay un opuesto como lo había en la dictadura. Ahora hay que aliarse con las provincias y los municipios porque todos estamos en una causa común que es hacer crecer realmente a este país. Igual, nosotros no dependemos de nadie”, asegura Lito, que a los 71 años sigue apostando a esta disciplina “porque es independiente de las religiones, de la política, de la estética, de todo”.

El año pasado el consejo compró una propiedad en Santa Lucía, un pueblo de tres mil habitantes cerca de San Pedro, para crear una casa teatral cultural. “Así lo pensamos hacer en cada región. La droga y la delincuencia trabajan en la soledad y en la oscuridad. La gente necesita un espacio para reunirse. Es para contrarrestar lo que hizo la dictadura militar que suponía que más de tres personas era confabulación. Tenemos que luchar contra esa mentalidad que ha creado el golpe, que dejó grandes marcas y un miedo internalizado en la gente”, reflexiona.

Los Ministerios de Educación y Justicia convocaron al Consejo para incorporarle teatro al ciclo lectivo en las cárceles, que es obligatorio para los que no terminaron la escuela. Junto a Felipe Pigna, Norberto Galasso y Pacho O´Donell, eligió quince temas de la historia argentina del período 1800 – 1853. Cada tema es asignado a una de las regiones de la provincia donde se selecciona por concurso un autor y un director que, una vez listo el guión final, eligen a un grupo de hasta tres actores para interpretarlo. Con estas obras se cierra el aprendizaje de los hechos históricos en las cárceles. Para Lito, “el hombre está condenado por alguna razón y esa condena le disminuye la autoestima”, y este trabajo le permite que cambie su manera de ver la realidad. “Cuando los presos reciben la visita de sus hijos, que les preguntan, y ellos saben algo de historia, entonces también ganan en estima dentro de su familia”.


Desde el año pasado presenta Sueños de Milongueros, una pieza que mezcla teatro y tango basada en textos de Alejandro Dolina, Roberto Fontanarrosa y Jorge Luis Borges, en todas las unidades penitenciarias federales y, desde el 2012, también lo hará en las cárceles bonaerenses. Después de cada obra, abre un debate con los presos acerca de lo que vieron. “Algunos cuentan que por primera vez, durante una hora, se sienten en libertad porque ingresan en el mundo de la ficción. Se trasladan a París, a los tiempos de Gardel", subraya Lito y cuenta: "A partir de ahí, empecé a trabajar en el misterio del espacio vacío que es esa posibilidad que da el teatro de hacer un foco de concentración extraordinario donde la gente ingresa y se transporta a un espacio de reflexión, a una hora de libertad”. 

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